Hermann Hesse, premio Nobel de Literatura 1949, reconocía que la pintura le hacía más «feliz y paciente» que la escritura. El escritor llegó a pintar más de tres mil obras, de las que una selección se expuso en la galería Donaue/Sosinki de Nueva York en 1998. El narrador hizo los dibujos en color para ilustrar dos de sus libros y escribió:  «cuando pinto mis pequeños cuadros, el hecho de que  se me permita jugar con los colores y cantar las alabanzas de la naturaleza, más que una cuestión de competencia, lo es de privilegio, y probablemente se una suerte enorme».
La cita anterior viene ante el hecho de que el pintor Estartús confíesa igualmente su gozo y preferencia sobre la pintura, respecto  a su ora actividad vital que es la Medicina, si bien en el caso de Estartús, la profesionalidad artística tienes bases más sólidas en los estudios universitarios de Bellas Artes y Arquitectura con la cima del doctorado. La continuidad  plástica de su trabajo durante 40 años corrobora esa entrega y dedicación intensa a la pintura. Su gozo de pintar.
Ver y reflexionar  sobra la obra de Estartús, que se traduce en casi mil quinientas piezas de distintos soportes y materiales, lleva a corroborar la pasión de este artista trabajador y prolífico por la pintura. Una exposición retrospectiva imaginaria nos hace recorrer un rico itinerario que va, desde la figuración impresionista a base de pigmentos como el óleo y acrílico, hasta la pintura matérica sobre planchas de hierro donde cuenta la mancha y el gesto de la abstracción, os collages o las calidades ópticas muy trabajadas del soporte.
Contemplando toda su obra, se comprueba el largo camino de estudio, indagación y pruebas que ha llevado a cabo este artísta, que conoce bien los avatares por los que ha pasado la propia pintura, precisamente en los últimos 40 años, en los que se llegó a hablar de «muerte de la pintura». Fue en la década de los 70 cuando el matemático Antoni Tápies salió en defensa de la pintura con un célebre Ensayo en el que afirmaba que la pintura como lenguaje  y género  plástico seguía vigente, sólo que necesitaba de una renovación profunda. Esto hizo que algunos artistas se apoyaran en la afirmación del maestro catalán para hacer una nueva pintura a base de un informalismo minimalista y hermoso cho es el caso de  Rafols-Casamada, Hernandez Pijoan y otros. Con Tápies y sus seguidores se reafirmó en buena parte la idea de vigencia de la pintura, la gran reflexión sobre la materia. La reflexión de qu la realidad está compuesta o formada por una parte visible y otra invisible y que la pintura ha de saber atrapar ambas. El lenguaje pictórico convoca la presencia de esa realidad sin tener por qué ser mimética.
Poco a poco, en décadas posteriores, fueron acallándose las voces maximalistas de la anti-pintura, que pretendían derrocar a la prima donna de las Bellas Artes de su podio. Recordemos la afirmación de Arthur D. Danto- convención aceptada todavía por algunos-, de que el arte moderno termina en el expresionismo abstracto- última vanguardia-, ya que en los 60 comienza el arte contemporáneo con el Pop, que toma la imagen cotidiana del cine o la publicidad para devolverla repetida en soportes artísticos, el arte conceptual, el land-art, body-art, et. En suma, las vanguardias radicales. El aproximo llegó con a afirmación de Joseph Beuys «todos somos artistas», no siempre bien interpretada.
Aunque el acoso a la pintura como lenguaje y género plástico siguió vigente en algunos foros, lo que de verdad se puso de manifiesto  fue que la pintura sólo estaba necesitada de una renovación profunda y sobre todo  obligada a ceder o compartir espacio en os museos y centros artísticos a otros géneros nuevos, invidentes y celosos como las instalaciones o la performance. Ahí radica buena parte de la cuestión.
Todo esto no quiere decir que el debate sobre la pintura haya remitido por completo. Ahí están los títulos de exposiciones recientes de texto como ¿Pintura, pintura!; La pintura y la furia; Pintura sin gesto; Antes de ayer y pasado mañana; O lo que puede ser de la pintura de hoy o los ensayos de la revista Exit: «¿La pintura? bien, gracias» o «Pintar sin pintar». Como bien a señalado el profesor David Barro- persistente teórico de la pintura-, uno de los más insidiosos artificios retóricos de la contemporaneidad ha sido el del fin de la pintura. «Cierta modernidad ha estado matando la pintura», afirma, al tiempo que añade «lo único inamovible de la pintura desde sus orígenes es el término».
PINTURA QUE SE REINVENTA MÁS ALLÁ DE LOS LÍMITES
Todo este discurso viene en sintonía con la investigación y trayectoria de Estartús en su pintura, porque la pintura, en los últimos años, se reinventa más allá de sus límites e invade otros soportes y materiales. En definitiva, otros géneros, como la escultura o la instalación. Se producen nuevas lecturas pictóricas, en paralelo a los nuevos materiales que se eligen para expresarlas. Si no atendemos al mito de la pintura en las sombras de la caverna de Platón o de Plinio, poco tendría que ver con la pintura al óleo de las escuelas clásicas. Entonces se utilizaba mayoritariamente la técnica del fresco o el temple de huevo; el templo es más tardío. La pintura, lo pictórico, está más allá de un soporte o de un material; está en la ordenación simultánea de tres cantidades plásticas: la líneas, las formas y los colores, de que hablara Fernand Lèger.
Estartús comenzó con la pintura de pigmento sobre soporte de lienzo, madera o papel y derivó, sin dejar de ser pintor, a otros soportes y materiales como la plancha de hierro que, en ocasiones manipuló semanera conveniente para obtener de ella efectos lumínicos  y cromáticos. Calidades pictóricas. El artista, que tiene sus raíces en la reciente y fecunda escuela catalana, dónde figuran maestros como Tápies,  Cuixart o Pons entre otros, muestra una gran maestría disbujistica y cromática en la figuración de sus primeros años, para pasar después a otra pintura más abstracta en la que le interesa la mancha y el gesto; más la insinuación de sus formas que su precisión; más la simplicidad  minimalista de la alusión, que el contorno relamido de mimetismo o el trampantojo.
En la fecunda obra de este artista se revela una decidida voluntad de pintar, un matrimonio indisoluble con al postura en el sentido más amplio de la misma, una gozosa libertad de aplicar la materia, sea pigmento, arenas o collages a base de maderas, textiles, metales, cartones, papeles…Con frecuencia, un reciclaje de objects trouvés o buscados. Todos los materiales están ahí, a la mano, – parece decirnos Estartús-, todos tienen su valía y expresividad plástica para cada cuadro y momento, al igual que el dibujo al que, en ocasiones, va y vuelve para ofrecernos, sin complejos, las siluetas de objetos, rostros o figuras, humanas en distinta escala. En ocasiones acude al letrismo de las vocales y consonantes o a las palabras que sugieren más que dicen, porque la pintura es otro leguaje diferente a la escritura. También vemos en sus cuadros signos o símbolos de formulas matemáticas y geométricas.
En suma, una obra pictórica expansiva y en libertad, con caminos y recursos que van y vienen, porque Estartús no desea encorsetarse en la cárcel del estilo, aunque sus obras acaben teniendo señas de identidad. El autor sabe que el tiempo fluye, el panta rhey de los griegos, por eso ponga en cada serie con el pulso de su pensamiento e inquietudes, sin nostalgias ni frenos sobre el pasado de la pintura o su propio pasado artístico. Es el presente el que  se impone y cuenta. Estartús establece el dialogo libre y fecundo entre su discurso personal y su maestría plástica. Sabe que el arte no es sólo ornato o fantasía sino, sobre todo, concepto y estética. Sus títulos aparecen integrados en los cuadros, como si el autor quisiera poner nombres a obras creadas, como enseña la cábala.
Estartús nos ofrece en su postura una metamorfosis o depuración sucesiva hasta llegar en ocasiones al deshojamiento místico. Nos brinda obras plásticas plenas de sensibilidad por su cromatismo restallan en blancos resplandecientes, concentrados negros y grises, reflexivos ocres y amarillos, palpitantes rojos…Materia, color, dibujo, pincelada, brocha, gesto….Ristmos de vórtice en ciertas formas circulares; tensión en las variaciones de la esprial….Asombro en sus dibujos con cambio de escala…Guiños en sus homenajes apropicionistas a maestros cho Tápies, Chillidao Motherwell…Azar controlado y revelaciones cósmicas en una pintura que, precisamente por su liberad, todavía nos puede proporcionar nuevas sorpresas.


Julia Sáez-Angulo. Miembro de la Asociación Internacional de Críticos de Arte. Licenciada en Periodismo y Derecho. Miembro del Gabinete de Prensa del Ministerio de Cultura.