Ubaldo Sedano Espín. Director de Departamento de Conservación- Restauración del Museo Thyssen Bornemisza.


No considero fácil acometer la tarea desglosar la trayectoria y la vida de un autor por lo que este ejercicio conlleva de intromisión en una forma de intimidad que puede haber sido captada o interpretada de forma muy diferente a lo que el interesado ha pretendido expresar en su obra. Se plantean dudas, incluso sobre nuestra capacidad de poseer la sensibilidad suficiente para entender el mensaje que toda obra lleva implícito o intuir la emoción que subyace en ella y sentirnos así participes de esa misma emoción.
En el caso del libro dedicado al artista Estartús (Jaume Mestres Estartús. Barcelona, 1949) se presentaban algunas de estas dudas que, sin embargo, y con gran celeridad fueron despejándose por si solas, según acometía la tarea de ahondar más en el conocimiento de su obra.
Para mí, conocedor y admirador de la últimas etapas de su creación, constituyó un agradable ejercicio acercarme a los periodos anteriores y comprender mucho mejor la evolución y la madurez adquirida durante años de trabajo. Pero no solamente la observación distante de este proceso evolutivo es suficiente para comprender la deriva a la que se ve sometida su obra; el ejercicio intelectual que en ella se intuye se evidencia claramente en la reflexión que el artista expresa en sus reiteradas declaraciones: «La vida de un hombre y la acción de pintar está indisolublemente unidas…El artista nace, no se hace; otra cuestión es el grado de habilidad para la ejecución de una obra que set sí que puede ser enriquecido o madurado por una formación artística o intelectual académica. Pero el talento, no para la ejecución, sino para la concepción de una obra es más primario, más visceral, más vital y mucho más autónomo en cualquier artista».
Estamos, por tanto, ante una artista dotado de una sólida formación intelectual y humana. Su extenso bagaje y variados conocimientos adquiridos durante los años de estudio en las aulas de Arquitectura, Medicina y Bellas Artes, le han otorgado una visión amplia y singular a la hra de enfrentarse al proceso-doloroso y contradictoriamente gozoso-,de la gestación de la obra de arte.
De Estartús te asombra el que durante sus más de cuarenta  años de pintor no haya querido nunca entrar en el circuito  comercial de la distribución de sus obras. Te apabulla la gran producción de piezas  que superan el millar, pero lo que más emociona de este gran arista es su talento universal para penetrar en el pensamiento del hombre. Su modo de trabajo es sistemático. Dede muy niño no ha dejado pitar y lo hace sin detenerse a conceptualizar su obra, sin pensar demasiado. «No hago bocetos, yo vomito lo que tengo en la cabeza», afirma Estartús.
El vigor de la pincelada y e tratamiento del color están ya presentes en etapa adolescente. De estos primeros años es notable la influencia que ejerce la pintura de corte impresionista, española y francesa. Posteriormente pondrá de manifiesto su dominio de la perspectiva (Serie Sports, Zoolandia o Clowns) tomando como referente al Pop Art Americano. Por otra parte la singular visión del erotismo y del origen de la vida, así cho la pulcritud científica que se observa en los trabajos, pueden estar relacionadas con su formación médica. 
A partir de 1975 su obra sufrirá un giro radical. Deja a un lado el realismo más o menos figurativo e inicia una proximaicón a la abstracción contemporánea. Es en este momento cuando Estartús se deja seducir por la corriente informalista -sobre todo de origen catalán- y que dudará bata 1998. Esta signatura de más de veinticinco años queda plasmada en unas piezas que se alejan de la estricta abstracción par usar un lenguaje de signos como medio ideal de comunicación entre los sentimientos y lo que desea transmitir. El acto de pitar se transforma en una pura necesidad vital. No en vano el artista reconoce la influencia de la obra de Tápies por «su capacidad de transmitir un mensaje sintético, unidireccional  y con pocas referencias estética pero con gran dosis de autenticidad y honradez pictórica».
Estamos ante un trabajo dirigido a la vertiente espiritual de nuestro ser. El soporte y la materia pictórica son capaces de transmitir emociones gracias al arduo trabajo de investigación que del artista ha llevado a cabo en el tratamiento de los distintos materiales. Es aquí donde la obra de Estartús es realmente estimulante y creativa y, como el mismo reconoce persiste «la búsqueda de la libertad personal más allá de toda cultura adquirida y de todo prejuicio». Una idea que se sustenta en la filosofía existencialista y que sirve al autor para liberar el subconsciente y llevar a cabo su personal acto creativo.
Este vasto bagaje encuentra su punto álgido en la última etapa, la que va desde 1998 hasta la actualidad, cuando el pintor renueva el arte abstracto con una técnica creativa sorprendente. Estartús se enamora del hierro como soporte para ejecutar sus proezas y, siguiendo su afán investigador, experimenta a través de la oxidación natural, el fuego y la acción corrosiva de los ácidos, para conseguir resultados sorprendentes. El hierro es su fuente de inspiración  la mejor plataforma para transmitir emociones y angustias. Sus atmósferas minerales contienen un lenguaje coherente que las singulariza en su diversidad, que trascienden sus límites físicos y se retiene en la memoria mucho tiempo después de ser contempladas.
De set manera, el pintor ha emprendido un nuevo viaje a lo desconocido donde dejará parte e su propia experiencia de vida en un afán de alejarse de los conceptos tradicionales de representación que estaban presente en su pintura anterior.
Para Estartús esta estética, despojada de convencionalismos, incluida la de aspiración a cualquier ideal de belleza,  se refleja en cada una de las piezas cuyo fin último es lograr un lenguaje capaz de transmitir  la seducción espiritual.
Toda la obra termina por adquirir una identidad propia, conformándose como una realidad por sí misma capaz de crecer, de actuar y respirar. Su trabajo plástico, en resumen, tiene la consistencia de quien conoce el oficio y a través de él, con gran libertad, va condensando su filosofía y manera de pensar.
«A quien Dios le ha dado la posibilidad de poder ofrecer a sus semejantes una realización artística, adquiere el compromiso y la obligación de mostrarla para su aprobación o su rechazo»